3 días, 3 volcanes

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Por Drew Tabke

Durante el fin de semana de los días patrias Sebastian Rojas, Javier Durán, Armando Moraga y yo, hicimos una gran sesión de volcanes en la región de la Araucanía. El viernes 16 partimos de Santiago hacia el sur a las 9:30 pm con la mitad del país en la misma carretera. El taco infernal de la ruta 5 duró hasta las 2 o 3 de la madrugada, y al fin llegamos a Las Trancas a las 5am. Querríamos esquiar en los glaciares del volcán Nevado el día siguiente, pero con tal atraso decidimos seguir el camino al sur en dirección a Curacautín y descansar antes del ataque andino del día domingo, en el dieciocho mismo.

Aproximación al Llaima

Nos levantamos a las 3:30 am y nos pusimos camino hacia volcán Llaima, a lado del parque nacional Conguillío. Perdimos la ruta una vez y, con el jeep de Seba metido en un metro de neive, pusimos las cadenas para dar la vuelta y recuperar la ruta. Al final partimos caminando con los esquis puestos justo con el amanecer. Le llaman a Sebastian “el Camello” y yo empezaba a entender porque. Camina con un ritmo incansable y parece que no tiene que tomar agua. Mientras Armando,
Javier, y yo paramos para tomar o comer algo, el Camello desaparecía y reaparecería muy arriba. Entonces nos dábamos fuerza para alcanzarlo y después de un rato estábamos todos en la cumbre. Hacia el sur se veían los otros volcanes que querríamos esquiar – Villarica y Lanín. Luego sacamos las pieles de los esquis y partimos hacia abajo. Como es muy típico de los volcanes, encontramos nieve de todos tipos – hielo, nieve onda, carton, nieve primaveral perfecta, y al final sopa.

Camello con esquis – Seba en Llaima

Llegamos en el auto, y pocas horas después estábamos en Pucón. La ciudad, como el resto del país, estaba prendida con las celebraciones del dieciocho. Fuimos a la fonda hasta las 4am y al final nos acostamos. El día siguiente lo tomamos tranquilo, al final subimos en el jeep al centro de esqui Pucón a las 3:30 pm. Nuestro grupo de camellos se puso los esquis y pieles en las patas y partimos hacia la cumbre del volcán Villarica. Logramos la cumbre en tres horas y media, justo con la partida de un sunset increíble. De la cumbre se veía volcán Lanín al sur, nuestro ultimo objetivo. El crater del Villarica tenía un brillo rojo por la lava y sonaba fuertemente, y nubes de vapor toxico salían a cada rato. Toda la escena nos impresionó mucho, pero al final teníamos que apurarnos y bajar mientras nos quedaba luz suficiente para esquiar. Llegamos al jeep cuando oscureció casi completamente y bajamos a la ciudad.

Cumbre de Villarica

Crater rojo

lanin visto desde el villarrica

El Volcán Villarrica, skiing sunset

En Pucón compramos lo que pudimos encontrar para comer, como estaba todo cerrado por las fiestas. Nos pusimos en el camino de nuevo, ahora hacía el Lanín. Armamos las carpas y nos acostamos al pie del volcán a las 1:30 am. Nos queríamos levantar a la 3:45 am para subir con otro grupo de amigos que iban a hacer la misma ruta, pero llegó la hora y nos quedamos dormidos hasta las 5:30 am. Sin embargo, partimos antes de que amaneció. El descanso extra era necesario – el Lanín es mucho mas grande que los otros volcanes, y estábamos bien cansados por las cumbres anteriores y el viaje. Esa subida nos parecía interminable. Es imposible ganar perspectiva del escalo y tamaño de este volcán – canchas de nieve que parecían chiquititas pero nos demorábamos horas en subir. Al final después de 2.600m de desnivel y ocho y medía horas de subida alcanzamos la cumbre. Nuestros amigos estaban arriba también preparándose para bajar. Sacamos unas fotos y partimos juntos la bajada con nuestro grupo de ocho personas. Encima estaba muy mala la nieve, pero después de a poco se puso mas blandito y shredeamos las pistas gigantes de este volcán mutante. Sacar los zapatos de esquí en el campamento siempre siente muy bien, y esa vez se sintió mejor que nunca. La chela tenía sabor mas rica también.

Cumbre de Lanín, 2.600m de desnivel!

Llaima visto desde el Lanin

Esquiando el Lanin

Éxito

De vuelta a Santiago
Fuimos todos a la casa de una amiga en Villarica donde hicimos un asadito muy rico y bien merecido. El día siguiente Sebastian tenía clases y Armando tenía que trabajar todo el día en La Cumbre, entonces empezamos a manejar hacía Santiago a las 11 pm, llegando en el taco de la ciudad a las 9 am. Y así acabó mi invierno chileno. Escribí este cuento desde Pichilemu, donde me vine a surfear antes de volver a Seattle, Washington, USA. el martes, donde estaré planificando mi
próxima visita inmediatamente.

¡Un abrazo grande!
Drew Tabke