Algunos empiezan a creer que El Azufre va sobrado de nieve y faltado de dolares. Los tres inversores del proyecto, Alejandro Spinello, José Beccar Varela y Daniel Nofal siguen ilusionados y confían hacer “pronto” realidad la “Alaska de Sudamérica”.
La empresa El Azufre S.A., que operó por primera vez en 2022 como hotel boutique con esquí de aventura gracias a una asignación de tierras y una habilitación provisoria, frenó las operaciones en octubre pasado para que los especialistas se pudieran meter de lleno en el desarrollo del estudio de impacto ambiental del masterplan a largo plazo, que ahora será sometido a audiencia pública.
Los socios de este proyecto llevan 15 años planificando el mejor centro de esquí de Sudamérica.
El Proyecto
A más de 3.200 metros de altura hay un valle de “condiciones inmejorables” para los amantes del esquí. Eso fue lo que José Beccar Varela, Alejandro Spinello y Daniel Alejandro Nofal descubrieron a lo largo de 15 años, desde el momento en el que divisaron la zona hasta hoy, que ya llevan más de 5 millones de dólares invertidos en el proyecto.
El proyecto se encuentra enclavado en una zona montañosa con alturas superiores a los 2.400 metros y rodeado de cumbres de hasta 4.000 metros, en el departamento de Malargüe, Mendoza, aproximadamente a 90 Km hacia el Norte de la localidad de Las Loicas.
La inversión total a lo largo de la vida del proyecto asciende a 200 millones de dólares, aunque el masterplan está dividido en tres fases de tres años cada una.
Incluye cuatro sectores: 3 centros urbanos principales y un sector con oficinas. En total, tendrán una capacidad total de 3.500 camas y una superficie de 160 hectáreas.
El Centro Turístico Sustentable de Alta Montaña El Azufre está diseñado con servicios suficientes para permitir la habitabilidad de 3.500 personas, 2.500 huéspedes y 1.000 empleados.
La imagen que nunca se le fue de la cabeza
José Beccar Varela, un guía de montaña que trabajaba en Las Leñas, visitó la zona en 2007. En ese entonces, un grupo de extranjeros llegó a Argentina para filmar en un lugar con nieve y fue Beccar Varela el encargado de guiarlos en su recorrida de la cordillera por aire. Fue entonces cuando advirtieron el valle, en un lugar remoto ubicado a 200 kilómetros de Malargüe.
Nunca se olvidó de aquella imagen y empezó a soñar. Primero le contó a Daniel Nofal, quien tiene una casa en Los Molles, una empresa de energías renovables y es tan amante de la montaña como Beccar Varela. Juntos fueron por el mendocino Alejandro Spinello y así lo que comenzó como una loca idea empezó a tomar forma con el correr de los años al mismo ritmo con que se iba profundizando la escasez de nieve en los centros de esquí locales.
El primer paso fue obtener un permiso de Gendarmería nacional para instalar un campamento en la zona. Pasaron 9 años desde aquella primera visita por aire de Beccar Varela hasta la instalación de ese campamento en el invierno del 2018. José estuvo entre los valientes que pasó el crudo invierno a 35 grados bajo cero en carpa, junto a otros profesionales de la montaña. Tan inhóspito es el lugar que para sobrevivir recibían provisiones arrojadas desde un avión.
Aunque duro, ese invierno fue clave. Allí comprobaron que el lugar tenía realmente condiciones para poder transformarse, en algún momento, en un centro de esquí.
En el verano 2019, llegaron a un acuerdo con dos ocupantes del lugar. Estas dos personas, Eduardo Cabus y Oscar Antonio Policante, cedieron su derecho de ocupación legítima registrado a El Azufre, a cambio del compromiso de mejoras en la zona, mantenimiento de rutas, conectividad y permiso para realizar las veranadas (pastoreo).
Hasta ese momento, según cuentan los inversores, el lugar pretendido para la asignación “no existía” en los registros, no había planos ni tenía nomenclatura catastral. Es entonces cuando, por primera vez, se advierte que la zona, que está dividida en dos sectores, tiene en total unas 12.400 hectáreas.
A esos números se llega teniendo como base los datos registrados por personas dedicadas a la ganaderia y el trabajo que un agrimensor realizó desde el aire, en helicóptero.
Según reflejan los interesados, de esas más de 12.000 hectáreas que conforman la mensura, solo son “edificables” 200 de La Punilla. Y es en esa porción de tierra en la que planean concentrar el centro de esquí y el desarrollo inmobiliario, que en una primera etapa (hasta la fase 3 del master plan) se piensa con 3.000 camas. El terreno esquiable, agregan, alcanzaría sí unas 1.500 hectáreas en esa zona, hacia el norte del río Valenzuela (nacientes del río Grande).
De hecho, es allí donde desde aquel campamento del 2018 ejercieron ocupación, primero con carpas, luego con domos y recientemente con refugios más fuertes, que soportan más las bajas temperaturas de la cordillera.
Gobierno regional de Mendoza
Con el plano de mensura en mano, el permiso de instalación de Gendarmería nacional, la cesión de derechos por parte de los ocupantes legítimos de la zona (al menos según lo registrado oficialmente) y los estudios de viabilidad del proyecto, llegó el momento de avanzar ante el Gobierno de Mendoza.
Con el visto bueno del Gobierno de Mendoza, además del del intendente de Malargüe, Juan Manuel Ojeda, Alejandro Spinello, José Beccar Varela y Daniel Alejandro Nofal iniciaron un expendiente en el ministerio de Gobierno a nombre de El Azufre S.A. para pedir la asignación de las tierras, que era el paso necesario siguiente para lograr la seguridad jurídica que necesitaban para continuar con las inversiones.
En el camino, se realizó el master plan del proyecto, que aún no ha sido presentado oficialmente en el expediente pero que sí está avanzado hasta una tercera fase de construcción. Para el mapeo de montaña se contrató a la empresa estadounidense Mountain Work, que describe al centro de esquí El Azufre “más como un parque nacional que como un típico complejo”.
En plena pandemia, cuando las sesiones de la Legislatura eran virtuales, fueron invitados por la diputada Verónica Valderde (PJ) a presentar el proyecto ante sus colegas. Y fue así cuando en 2020 los legisladores escucharon a los socios y declararon de interés general el emprendimiento.
Con el fin de seguir acreditando inversiones para lograr la asignación de tierras, se reemplazaron los antiguos domos que se usaron en la etapa de exploración por refugios más resistentes construidos por la empresa mendocina Ecolodge.
Y desde entonces trabajan en El Azufre un staff fijo de 20 personas, técnicos y científicos en su mayoría, más otras 30 personas rotativas y los empleados de empresas malargüinas (o del resto de la provincia) contratadas por la sociedad para diferentes tareas de mantenimiento, sustentabilidad e infraestructura.
Según surge del expediente, la firma lleva realizada en la zona una inversión de unos 5 millones de dólares.
La asignación de tierras
Una asignación es un acto por el cual se otorga el uso gratuito de un inmueble a una jurisdicción o persona, jurídica en este caso, para un servicio específico. Sobre ese inmueble, esa persona tendrá la administración. Ese acto es el que el Gobierno de Mendoza concretó a favor de El Azufre S.A. e
Legal y técnicamente, la asignación de tierras es uno de los primeros pasos en el sueño de los ideólogos del centro de esquí El Azufre.
Para avanzar con el proyecto es necesario que se presente formalmente en el expediente el masterplan que incluye sus estudios de viabilidad, sustentabilidad, desarrollo inmobiliario y plan de inversión.
Una vez presentado se abre quizás la etapa más importante: el proceso de estudio de impacto ambiental (EIA).
Según explicaron desde el Gobierno de Mendoza, será un estudio “complejo” que abarque a varias áreas del Estado. En el paso a paso, una vez presentado el EIA, será necesaria también una audiencia pública que será en junio próximo.
Eso no significa que, mientras tanto, las acciones en la montaña se paralicen, pero sí podría suceder, como pasó en el caso del complejo de esquí Punta Negra que se planeaba en el Valle de Uco, que el estudio de impacto ambiental resulte negativo y los inversores deban, no solo frenar las tareas sino también reparar el daño realizado y volver los terrenos a su status quo.
Hablar de tiempos es una utopía. Si bien los socios tienen incluso la intención de abrir una primera etapa del centro de esquí este mismo invierno, el andar del proyecto dependerá casi en exclusividad del estudio de impacto ambiental.
De sortear ese paso esencial con visto bueno, el plan es abrir al público por primera vez el complejo para 25 huéspedes y 40 empleados, llegando hasta la zona por aire, mediante helicópteros.
El objetivo es, una vez abierto, que llegue la inversión de 240 millones de dólares para avanzar hasta la fase 3 del masterplan que implica la instalación de desarrollos inmobiliarios para 3.000 personas.
Cómo es la zona y qué se podría evaluar en el estudio de impacto ambiental
La zona donde se proyecta El Azufre es cercana al Volcán Peteroa, que tiene unos 4.130 m snm y está en una zona de mucha actividad volcánica.
Ese volcán se encuentra en el límite entre Argentina y Chile y tiene glaciares y manchones de nieve en ambas vertientes.
El proyecto El Azufre, según los primeros indicios del masterplan, dado que no está presentado oficialmente en el expediente, se está desarrollando en la margen izquierda del río Valenzuela, naciente del río Grande; mientras que el volcán está en la margen derecha, es decir, al sur.
“Además de los glaciares lo primero que uno aprecia en el valle son las vegas (humedales de altura) que son algunas de las más extensas de la provincia”, señaló un glaciólogo argentino experto.
Según señalaron los expertos en la materia, todo proyecto sería posible en tanto y en cuanto su desarrollo fuera sustentable, se garantizara la preservación de los recursos hídricos tanto en cantidad como en calidad y los sistemas de humedales sin que se corte su curso o el flujo de alimento del mismo, para evitar que se resequen y, por ende, desaparezcan.
Sobre este punto, los socios de El Azufre aseguran que el proyecto cumple con los requisitos y que, de haber alguna opinión en contrario, están abiertos a trabajar en conjunto.
La sustentabilidad como premisa
Los inversores basaron su proyecto en la sustentabilidad. Daniel Nofal, uno de los socios, es fundador de Sustentator, una empresa proveedora de equipos de generación de energía solar en la cual tiene participación YPF.
Entre los puntos primordiales se encuentra la producción de energía en forma renovable, principalmente solar con baterías de litio y tanques de hidrógeno.
Respecto de los humedales, que podría ser el principal enfoque en caso de un estudio de impacto ambiental, Nofal afirmó que el plan es construir en zonas aledañas sin afectarlos, tanto que “con la plantación de árboles eficientes en el uso de agua en zonas secas se puede extender el verde puramente con riego ocasional por goteo, evitar evaporación y regular el derretimiento de la nieve”.
Como objetivo se encuentra también la economía circular, a la que se puede llegar minimizando el uso de plásticos y reciclando el resto con el excedente de energía que se produzca en verano.
Otra de las bases del proyecto es el uso de construcciones prefabricadas con alta aislación para el mínimo uso de energía; y el uso de materiales y proveedores lo más locales posibles para minimizar, de esa manera, el impacto del transporte. Mientras que respecto del combustible, la idea es producir hidrógeno verde.
Al estar desarrollado el masterplan en fases, entienden desde la sociedad El Azufre que se pueden ir logrando aprobaciones parciales de inversión, impacto ambiental y construcción para ir avanzando de a poco, año a año.