Texto: Cristián Anguita / Chilebackcountry.com
Fotos: Cristián Anguita /Jeremias Marinovic
Cuando creías que tu última salida o excursión era imbatible, nuestra generosa Cordillera se encarga de demostrarte lo contrario, abriéndonos paso a su inmensidad. Tras unos días en mi querida región de Los Lagos, donde estuvimos aprovechando la nieve que no paraba de caer en el centro de ski Antillanca, bendito en esta seca temporada invernal y con un buen pronóstico por delante, decidimos que era tiempo de explorar algo nuevo.
Cristián Anguita en los Bosques de ANTILLANCA. Foto: JM
De la boca de amigos pescadores había escuchado hablar del lago Constancia, ubicado en la frontera con Argentina, accesible por el paso internacional Cardenal Samoré. Partí por realizar la respectiva convocatoria, que tras cortas horas se redujo a Vicente Fernández y lo que quedaba de mí a estas alturas de la temporada. Iríamos a ver el renacer de esta zona luego de que pasara aproximadamente un año en la oscuridad de las cenizas por la erupción del cordón del Caulle, haciéndole honor al atributo que lleva por nombre, Constancia.
Partimos de madrugada desde Antillanca, con destino la cumbre del cerro Mirador, hito que nos divide con nuestros hermanos Argentinos. Con el resguardo de los volcanes Puyehue, Punteagudo, Osorno, Casablanca y Tronador, el caminar hacia la cumbre se hacía liviano. Una vez arriba, pudimos divisar nuestro destino para pasar la noche, la orilla del lago Constancia en su desagüe, el nacimiento del caudaloso rio Gol Gol. Un paisaje estremecedor.
El Volcan Puyehue nuevamente en letargo. Foto: CA
Recargados de energía tras el almuerzo y la adrenalina que entrega el descubrir, buscamos la mejor línea para esquiar los aproximadamente 400 m de desnivel que nos separaban del lago, con un telón de fondo casi irreal y una sonrisa de las que deja arrugas, evidencias de un pasar feliz y días de montaña que no deseas borrar.
En busca de la mejor conexión entre la cima y el destino para acampar
Era tiempo de continuar, retiramos las pieles de nuestros esquís, cargamos nuestras mochilas y Vicho se entusiasmo con una línea de buena pendiente, a la hora que la nieve primaveral permitía su mejor goce.
Los 20 kg en la mochila de Vicho solo hicieron que tomara más velocidad en este paredón. Foto: CA
Tras una bajada de esas que no quieres que terminen, debimos sortear lengas y arroyos hasta llegar a la orilla y armar el campamento, para dar paso a horas de contemplación y caminata por las piedras volcánicas que dejo la erupción, suficientes para limar los pies a manadas de elefantes. No pudimos evitar el chapuzon en el lago, de esos que te ponen el corazón a trabajar.
Con el solo privilegio de la compañía de pájaros velando su territorio ante la presencia de intrusos y el lago cual espejo reflejando todo como si no bastara con verlo una vez, nuestro deleite fue duplicado. El caer del sol se encargaba de cambiar los matices, eliminando toda posibilidad de aburrirse de contemplar el mismo escenario durante horas. Luego llego el turno de la luna y la noche nos relegó a refugiarnos en nuestros sacos para hacer frente al frio que comenzaba a escarchar nuestra carpa.
A la mañana siguiente debimos interrumpir las mejores horas de sueño, que indudablemente son cuando el sol templa algo el interior de la carpa, para iniciar nuestro regreso, muy satisfechos con nuestra exitosa salida y más plenos que antes de ella.
El espejismo sólo era perturbado por los pájaros sedientos con el calor primaveral.
Las malas temporadas no existen, existe la comodidad de esperar la nieve sentado en el calor de nuestros hogares, maldiciendo al niño o niña que no trajo suficientes precipitaciones. Coincidencia o no, el nombre de nuestro destino esta vez es fiel reflejo de nuestra eterna búsqueda de nuevas experiencias que nacen a cada paso que damos con nuestros esquís. Gracias Lago Constancia, gracias Cordillera de Los Andes, Lippi y Atomic por apoyarnos en estas aventuras.
Para mas relatos no olvides visitar www.chilebackcountry.com, te invitamos a ser parte de nuestras aventuras!
Hasta la próxima!