El deportista salvó ileso de un mortal encuentro con una avalancha, mientras bajaba por Santa Teresa justo después de la última nevada. Esto ocurrió el día martes 7 de agosto al rededor de las 11:00 AM.
Testigos del evento relataron lo ocurrido. Manuel venía entrando a una de las zonas que el deportista suele frecuentar después de las nevadas. Al momento de entrar a la pendiente, fue el mismo quién detonó la avalancha que luego lo atraparía. El corte de la placa tenía al rededor de 100 mts. de largo. Toda esa nieve comenzó a bajar rápidamente directo al sector donde Manuel iba a entrando a toda velocidad. Desde abajo se vio todo lo que estaba pasando, pero desde arriba Manuel no vio nada hasta que tenía la avalancha encima.
Cuando vieron que Manuel venía entrando al chute a toda velocidad sin haberse percatado de la avalancha gigante que tenía encima, no lo podían creer. En menos de un segundo Manuel había desaparecido, la avalancha se lo había tragado completamente y ahora bajaba a toda velocidad por sobre las rocas que estaban abajo de la línea. Los testigos quedaron impactados, era muy difícil que Manuel hubiera podido escapar de esa enorme nube de polvo que bajaba explotando con mucha energía sobre los precipicios de Santa Teresa.
Después de angustiantes segundos de impotencia, sin mucho que pudieran hacer, los espectadores comenzaron a hacer llamados. Uno de ellos contactó a Manuel en caso de que tuviera señal y el teléfono prendido. El otro, contactándose con seguridad de El Colorado para activar un posible rescate. En ese momento Manuel contestó la llamada, había logrado escapar milagrosamente de la avalancha. La gran masa de nieve no alcanzó a atraparlo completamente y solo lo arrastró algunos metros, Manuel al ver la avalancha encima pudo hacer un rápido movimiento que lo alejó de la muerte segura. Los amigos en la base no lo podían creer, habían visto como la avalancha se tragaba a Manuel, lo habían visto desaparecer en la nube y por unos segundos pensaron lo peor.
Los días de nieve polvo son un regalo, pero rápidamente pueden transformarse en una tragedia. Las lecciones que podemos sacar de esto son muchas: No subestimar a la montaña. Saber controlar la ansiedad en un día de polvo, evaluando las condiciones. No bajar escuchando música. Elegir muy bien el lugar por donde bajar los días de alto riesgo. Mirar constantemente hacia arriba durante una bajada. Prevenir antes que lamentar.
La experiencia de Manuel en la montaña logró salvarlo esta vez. Los avisos que nos da la vida a veces son demasiado claros para pasarlos por alto. Aprendamos a controlar nuestra ansiedad: Mejor perder una bajada de nieve polvo, que la vida en una bajada. El objetivo es sobrevivir para andar otro día más.