Claudio Díaz

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Claudio Díaz es sinónimo de nieve, de historia, de asados con vinito, de estilo de vida. Todos tenemos nuestros gurú, Claudio es sin duda el gurú de muchos, de generaciones de esquiadores que tuvieron la suerte de cruzarse en su camino, y compartir con él momentos de historias, de sabiduría y de risas, de buen esquí. Claudio nos ha enseñado que la clave está en la simpleza, en madrugar un día de nieve polvo, en saborear la vida tal cual se presenta. Claudio es la viva imagen de un hombre de montaña, que alguna vez lo dejó todo por su pasión, y que décadas después, con un par de botas, un par de esquís y una mujer maravillosa, crió 5 hijos, y escribió la historia de nuestro deporte en Chile.

Generación: 20/05/1948, entró a vida consiente y activa en los 60/70; la década de dos mundiales realizados por CHILE, 62 fútbol, 66 de esquí en Portillo. Década de cambios sustantivos en política sud-americana, revoluciones sociales, exilios, época en la que llegó a Paris, (Oct. 68), capital de todos los refugiados y exiliados sudacas. Un mundo de confabulaciones, de bares y de nostalgias en los tugurios de esa ciudad.

Un poco de historia: De la primera generación de esquiadores que se la tomó como profesión esto de esquiar, tanto así que fundamos la Escuela Nacional de Instructores de ski para que esta pasión pudiera ser una forma real de vida para las generaciones que venían (pensábamos básicamente en nuestros hijos, los que aun no habían nacido), y lo logramos.

Actualmente: En este momento embarcado en SHENU, fondeado en Charllotteville, Tobago. Navegando desde hace un mes, desde Fortaleza, Brasil, con destino a Chaguaramas, Port Spain. Este año el Caribe el Caribe, el próximo otoño, al Mediterráneo. Pendiente también de la nieve que está cayendo en Fare, y con ganas de esquiármelo todo y ver todo los partidos del mundial. No estaré de regreso hasta fines de Junio.

Me gusta: Todo lo que no me disgusta. Preferentemente, el buen comer, un Campari bien helado, el buen esquí, la buena conversa. La Natura, cuando esta encabronada, cuando se parece a las minas. El gran mar, la guardia nocturna, navegar el gran mar, sin tiempo y mientras más lejano el destino, mejor.
Me gusta verlos desarrollarse a mis hijos, entrar en la vida real, con una solida formación familiar y un espíritu libertario difícil de someter.

Con la familia a pleno y dedicados 100% a la nieve, 28 septiembre del ’84

Comida preferida: En el comer, los años me han sofisticado, pero los granados de la difunta Doña Hilda y los de la Marita, me matan; una cazuela de Pava, el arroz en todas sus formas, la pasta, los pescados  frescos y crudos; pero buen pobre: la marraqueta fresca con mantequilla de mi tierra de adopción, también me va.

Momento perfecto: El momento perfecto es el momento de paz. Ese momento no tiene imágenes, no tiene forma, llega de improviso, espontaneo, imposible planificarlo, aunque es lo que intentamos cada minuto de la vida; y estoy atento a cuando aparezca para aprovecharlo a concho; no siempre lo logro.

Comentario: Una frase de mi abuelo y otra de los curas que me educaron de niño: los curas me inculcaron que el orden y la disciplina son las bases de la vida; mi abuelo nos decía que no hay mejor universidad que la pata en la raja. Ambas frases, aplicadas en la práctica de una vida, me han demostrado que los curas y mi abuelo, estaban en lo cierto.

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