Fuente Ladera Sur. Foto por Tomas Van Wersch
La historia del río Maipo como fuente de agua para la ciudad de Santiago se remonta a la Colonia. Antes de que surgiera la República de Chile los habitantes de Santiago ya se habían planteado la necesidad de realizar obras para captar las aguas del río Maipo con el propósito de abastecer de agua a buena parte del territorio que hoy ocupa el Gran Santiago. El proyecto tardaría siglos, para concretarse finalmente con la llegada del reformismo borbónico a la corona española. El resultado sería un canal de 32 km que, corriendo de sur a norte, captaría las aguas del río Maipo, llevándolas por el pie de monte hasta el río Mapocho.
El proyecto comenzó a ejecutarse en 1742, con pala y picota, valiéndose del trabajo de presidiarios condenados a trabajos forzados. 82 años más tarde, en 1825, se terminaron las obras, dando origen al canal San Carlos, aún en operación, que corre junto a avenida Tobalaba, desembocando en el río Mapocho en la comuna de Providencia, cerca del Costanera Center. Hasta esa fecha, la principal fuente de provisión de agua de la ciudad de Santiago había sido el río Mapocho.
Entre los años 1825 y 1917, las aguas del río Maipo fueron tomando un papel cada vez más importante en la provisión de agua a los habitantes de Santiago en la medida que la ciudad comenzó a expandirse. Durante la década de 1910, la población de Santiago se duplicó, llegando a los 500.000 habitantes. Ese incremento explosivo tuvo su origen en una fuerte migración de campesinos a la ciudad. A partir de entonces, una parte importante de los habitantes de Santiago debió abastecerse con las aguas turbias del canal San Carlos y del Mapocho, mediante un sistema de irrigación y evacuación de aguas servidas, constituido por acequias o canales a cielo abierto. Solo un sector de la ciudad era abastecido con aguas más cristalinas, canalizadas desde la quebrada de Rabón (hoy conocida como de Ramón) hasta la actual plaza Italia.
Ese sistema improvisado de acequias, que crecía sin control ni manejo en los nuevos asentamientos, comenzó a dejar estragos sanitarios. Entre 1886 y 1888, una epidemia de cólera en Chile dejó 40.000 muertos. En el siguiente medio siglo morirían más de 100.000 compatriotas de tifus. Con todo, se hizo urgente la necesidad de proveer a los habitantes de la ciudad de Santiago de agua de calidad, construyendo sistemas de alcantarillado y redes de agua potable, y reemplazando las aguas turbias del río Maipo por otras más limpias y cristalinas.
La nieve se derrite y alimenta este imponente rio
Durante 1873, en plena república liberal (1861-1891) el entonces intendente de Santiago, Benjamín Vicuña Mackenna, participó en una expedición a lomo de caballo, que alcanzó las lagunas Negra y Lo Encañado, en los altos valles cordilleranos del Cajón del Maipo. Luego de esa expedición, Vicuña decidió impulsar la construcción de un acueducto, para transportar las aguas prístinas de esas lagunas a los hogares de Santiago.
El acueducto comenzó a construirse en 1910 y fue inaugurado en 1917. Con 87 kilómetros de extensión, comenzaba en el estero El Manzanito, que desagua las lagunas Negra y Lo Encañado, y terminaba en un estanque que aún existe en avenida Pocuro esquina Antonio Varas, en la comuna de Providencia. Además de captar estas aguas, el acueducto también se alimentaba de drenes Azulillos y canal Romanzas, tributarios del río Yeso, y de los esteros San Nicolás, La Cascada, San Gabriel, Coyanco, San José, El Manzano Bajo y El Canelo, todos tributarios del río Maipo.
Treinta años más tarde, el caudal del acueducto Laguna Negra se hizo insuficiente para satisfacer la demanda de agua potable de Santiago, que ya sumaba 1.000.000 de habitantes. Fue entonces que en 1946 entra en operación la planta Las Vizcachas, destinada a tratar las aguas captadas directamente del río Maipo, con el fin de producir más agua potable para Santiago. A fin de asegurar un nivel mínimo de caudal en el río, indispensable para esa producción, en 1969 se construye el embalse del Yeso, destinado a acumular agua de reserva durante los períodos de lluvias, para luego aportar esas aguas al caudal del río Maipo en las épocas secas. Luego se construirían otras tres plantas: “Las Vizcachitas” (1971), Ingeniero Antonio Tagle Martínez (1984) y a finales del siglo XX la planta “La Florida”.
Desde entonces, el sistema de producción de agua potable de Santiago, integrado por el embalse del Yeso, el río Maipo y las plantas de producción de agua potable, funcionó en paralelo con el sistema del acueducto Laguna Negra. Con el tiempo, estos sistemas se integraron, aportando ambos sus caudales al mismo sistema de producción de agua potable para Santiago. Con sucesivas ampliaciones y mejoras tecnológicas, este sistema integrado se ha mantenido operativo en sus aspectos generales hasta la actualidad.
Un descenso en skis por una de las lineas connotadas de los alrededores del embalse el yeso
Hoy más del 23% de los chilenos se hidrata, cocina, se ducha y riega sus plantas con las aguas del río Maipo y del acueducto Laguna Negra, uno de los tres que abastecen de agua a la ciudad. Ambas fuentes son, en consecuencia, el origen del agua potable de casi un cuarto de los 18.000.000 de personas que habitan en la vertiente occidental de Los Andes, a lo largo de los 4.329 kilómetros que separan a Visviri del Cabo de Hornos. Ambas fuentes, el río Maipo y el acueducto Laguna Negra, son, en definitiva, las fuentes de agua potable más importantes de Chile.
El río Maipo, el más turbio de Chile
Antes de la construcción del acueducto Laguna Negra, la totalidad de las aguas de las lagunas Negra y Lo Encañado se vertían naturalmente sobre el caudal del río Maipo, a través del estero El Manzanito y el río Yeso. El acueducto Laguna Negra vino a interrumpir el caudal del estero El Manzanito, apropiándose de sus aguas cristalinas para llevarlas por un tubo hasta la comuna de Providencia. Dicho de otra forma, el acueducto vino a desviar esas aguas cristalinas de su camino natural hacia el río Maipo, para salvarlas de su turbiedad.
Si al tiempo de construirse el sistema de producción de agua potable “embalse del Yeso – río Maipo – plantas de Las Vizcachas y Las Vizcachitas”, se hubiera tomado la decisión de eliminar el acueducto Laguna Negra, las aguas prístinas del estero El Manzanito habrían retornado a su cauce original y, por tanto, habrían vuelto a mezclarse con las aguas turbias del río Maipo, pasando luego por las plantas Las Vizcachas y Las Vizcachitas a través de la bocatoma de Las Vertientes.
¿Por qué, entonces, se mantuvo operativo el acueducto Laguna Negra, con los inmensos costos de mantenimiento que ello implicaba? ¿Qué razón motivó a seguir transportando las aguas del estero El Manzanito a Santiago por la vía del acueducto, y no por la del río Maipo?
La respuesta es simple. Y es una paradoja. El río Maipo, la más importante fuente de agua potable de Chile, es también el río más turbio de Chile. Las razones que motivaron a Benjamín Vicuña a buscar una fuente de agua cristalina en la alta montaña, se asemejan a las razones que obligaron al mantenimiento de la obra y operación del acueducto de Laguna Negra, luego de la construcción de las plantas de Las Vizcachas y Las Vizcachitas. En ambos casos, consisten en la necesidad de combatir la excesiva turbiedad del río Maipo, con aportes de caudales cristalinos.
Con el tiempo, las plantas de producción de agua potable “Vizcachas-Vizcachitas” y “La Florida” han evolucionado en tamaño y tecnología. Sin embargo, el acueducto Laguna Negra no ha perdido su importancia en ese sentido. Por el contrario. Su valor estratégico se ha incrementado en forma exponencial.
Ello porque, en la actualidad, la provisión de agua potable de Santiago está siendo asediada por nuevas amenazas, que plantean un valor renovado a la operación de ese acueducto. Fenómenos climáticos acentuados como El Niño, y el sostenido avance del calentamiento global, han tenido por efecto que, durante las precipitaciones en la región Metropolitana, la nieve ahora caiga a mayor altura que en épocas pasadas.
Una de las amenazas; Alto Maipo
Los fenómenos climáticos
Si el agua cae del cielo en forma de nieve, se conserva por un tiempo en el sitio donde cayó, para escurrir lentamente a medida que se va derritiendo. En cambio, si en vez de caer en forma de nieve, lo hace en estado líquido, ya no se mantiene en tal lugar por ese mismo tiempo, sino que escurre de inmediato, por gravedad, cerro abajo. Entre más alto en la montaña se forme la nieve, mayor será la cantidad de agua caída que escurrirá en un mismo período de tiempo.
Ese mayor escurrimiento de agua en la montaña, que tiene lugar con isotermas cero a gran altitud, da forma a una infinidad de pequeños torrentes que se van juntando cerro abajo, formando caudales cada vez más grandes, todos los cuales terminan tributando en ríos de mayor tamaño, que bajan hasta el mar. Todos esos pequeños cursos de agua, por acción química (corrosiva) y mecánica (erosiva) van desprendiendo material sólido de las montañas, tierra y piedras, que son arrastrados hacia los caudales mayores. En definitiva, a mayor altura de la isoterma cero, mayor es el arrastre de tierra y rocas.
Eso es justamente lo que está ocurriendo, cada vez con mayor regularidad, en el cajón del Maipo. Con isotermas cero de gran altura, las aguas del río Maipo alcanzan una turbiedad extrema, que las plantas de producción de agua potable “Vizcachas-Vizcachitas” y “La Florida” no son capaces de decantar.
En esos momentos de turbiedad máxima, son justamente las reservas de aguas limpias del acueducto Laguna Negra las que debieran entrar en acción, aportando aquellos flujos de agua limpia que las plantas Las Vizcachas y Las Vizcachitas no pueden producir.
En un informe presentado por “Aguas Andinas” a la Superintendencia de Servicios Sanitarios antes del acuerdo con Alto Maipo, titulado “Acueducto Laguna Negra”, la empresa señala que: “Cabe destacar la enorme importancia de este acueducto, para la seguridad del abastecimiento de agua a la ciudad, ya que constituye la única fuente alternativa en caso de falla del sistema río Maipo. Tal como ocurrió en 1986, cuando debido a una gran crecida del río Maipo, se destruyó la conducción entre la Toma Independiente y Las Vizcachas. La escasa agua que quedó disponible fuera del agua subterránea, por un período de 10 días fue aportada fundamentalmente por el Sistema Laguna Negra”.
En vista de ello, parece razonable plantear que el añoso acueducto de Vicuña sea ahora no sólo objeto de un prolijo mantenimiento, sino que, además, de una ampliación, robustecimiento y mejora, con obras que le permitan transportar mayores caudales, y recibir nuevos aportes de agua cristalina. En 2008 Aguas Andinas anunció la construcción de un ducto subterráneo de 5 kilómetros, que conectaría el embalse del Yeso con el acueducto Laguna Negra, a fin de incrementar la capacidad de este acueducto para inyectar agua cristalina al sistema de producción de agua potable de las plantas Vizcachas-Vizcachitas y La Florida, mejorando así la respuesta de Aguas Andinas ante eventos de extrema turbiedad del río Maipo o en caso de una contaminación extrema sobre su lecho.
En este punto del relato, hemos llegado a una zona de inflexión en la epopeya de llevar agua potable a los habitantes de Santiago. Lo que sigue ahora, es un camino cuesta abajo, hacia los bajos fondos de la codicia.