Por: Sebastián Rojas Carvajal
Aún recuerdo mi primera visita al sector de escalada en el cerro Manquehue cuando apenas estaba dando mis primeros pasos verticales en la roca. Recuerdo a las personas alrededor mío y sentía como compartíamos el miedo y la adrenalina por hacer nuestro debut escalando. Los meses y años pasaron, pero las personas no, manteniéndose fieles al sector, pero escalando cada vez mejor y con confianza en ellos y su cordada, situación que también estaba ocurriendo conmigo y mi equipo… sentía como nos estábamos transformando en mejores escaladores… sentíamos como dejábamos de lado la crisálida que nos permitió gestar nuestro avance como trepadores y evolucionar en mejores personas y deportistas. Eso es Lo Curro para mí y creo que para muchísimas personas como yo: Un lugar de evolución, un lugar que permite realizar tu propia metamorfosis en el mundo vertical en contacto con la naturaleza.
Pero, ¿Qué tiene de relevante este pequeño y poco “estético” sector, si lo comparamos con los parajes andinos basálticos de los Andes centrales, las hermosas e imponentes paredes de rocas ígnea de granito de la Patagonia o las estéticas tobas volcánicas que se observan en el Cajón del Maipo? La respuesta es simple: La HISTORIA. Lo Curro fue el Alma máter de muchos grandes escaladores e instructores desde hace décadas, ayudando a cientos de personas a adentrarse en este maravilloso mundo del ascenso vertical y manteniendo aún plasmado en su superficie andesítica la Historia que ha transcurrido a lo largo de tanto tiempo, como un antiguo libro que espera ser leído y recordado por las nuevas generaciones. Aún si te aventuras con calma y observas a tu alrededor encontrarás elementos de antaño, como clavos, spits o indicios de lo que alguna vez fue una línea de escalada. ¿Sabías que la primera ruta de dificultad en Chile fue equipada en Lo Curro?, pues esa interrogante ya implica una respuesta increíble, implica que los mejores escaladores de nuestro país pasaron por el mismo sendero y tocaron la misma roca que nosotros como novatos vemos como todo un desafío. ¿Sabías que en los últimos años por lo menos 50 personas visitaban El Manquehue sólo los fines de semana? Esta pregunta nos brinda otra linda respuesta, ya que volvemos al tema de la crisálida, en donde queda en manifiesto la metamórfosis que las nuevas generaciones de deportistas están viviendo al igual que muchísimos como nosotros previamente, forjando y templando cada día a quienes visitaban constantemente las paredes de este querido lugar.
Lo Curro es Historia, es Educación, es Evolución, es Legado. Cada escalador que visitó este sector tiene ya incorporado en su ADN parte de sus muros de andesita, por lo que es responsabilidad de todas y todos cuidar y proteger cada lugar que visitamos, no solo éste, sino que cualquier sitio que sea considerado un nido de crecimiento y formación personal.
Hoy Lo Curro está herido, como un gran ciervo sin sus cuernos, sangrando lentamente por cada bolt expuesto que fue despojado de su chapa por sujetos que lamento llamar seres humanos, ya que no puedo creer como alguien con humanidad sería capaz de despojar los colmillos de marfil de un hermoso elefante o robar las ya mencionadas históricas rutas de escalada en este preciado lugar para mí. Hoy yo estoy de luto y me atrevo a decir que muchos más también… pero, ¿Sabían que los ciervos recuperan sus hermosas astas una vez sobreviven el crudo invierno?, pues LO MISMO le sucederá al Manquehue, pero seremos nosotros los responsables de ayudar a revivir la zona, respetando a la naturaleza circundante, dejando más limpio, ordenado y con las chapas más brillantes que nunca, mostrando su esplendor al brillo del Sol como una geoda de diamantes en el núcleo del asfalto del Gran Santiago.
Pues ahora es nuestro turno de hacer Historia… ahora es el momento de que le devolvamos a Lo Curro lo que nos entregó con tanta disposición: Un Legado.
Se despide atentamente: Sebastián Rojas Carvajal.
Dedicado a cada maravillosa persona que a lo largo de tantas décadas ha equipado y/o ayudado a equipar en el Cerro Manquehue.