Esquí en el valle del Neozelandés

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Por: José Antonio Neira León

Armamos todos nuestros equipos con destino a Villa Cerro Castillo, la meteorología nos abrió una ventana de cuatro días y ahora después de pasar una fuerte gripe y una semana de mal tiempo ya estábamos mejorados y con energía para esquiar.

El día partió con nieve en la ruta, sabíamos que nos tocaría portear nuestras mochilas con

un poco de lluvia, poca importancia le dimos. Comenzamos a portear grandes mochilas con nuestros esquís a sus lados. Aproximadamente cargamos entre 30 a 35 kilos por nuca, esto a modo de referencia vendría siendo la mitad de mí masa corporal, es decir, bastante pesados.

A medida que íbamos subiendo nos encontramos con la nieve, armamos campamento de noche, nevando y esperando a que al día siguiente saliera el sol. Nos levantamos a las 5 de la mañana, la idea era partir randoneando a las 6, pusimos pieles, cargamos agua, piolet en la mochila, cuerda y crampones, armados hasta los dientes para intentar nuestra primera ascensión. El destino era una aguja sin ascensos registrados que por su ladera Sur Este caía una hermosa pala de nieve de pendientes que oscilaban entre los 30 hasta 55 grados sostenidos, perfectas para un itinerario de un día de esquí de montaña. Un manjar de nieve polvo nos asombró desde el principio, vimos que las laderas colindantes estaban con vestigios de avalanchas de placa de nevadas anteriores, éstas las cruzamos raudamente y comenzamos el ascenso por la pala, luego de 2 horas y media llegamos a un collao en el cual sacamos toda la ferretería, cuerda, tornillos, clavos y stoppers.

¡Crampones puestos y a escalar!

Javier abrió el largo, resultó ser una escalada mixta de baja dificultad de unos 40 metros de largo, luego de algunos minutos y alguna que otra caída de piedra…. ¡Cumbre! Realizamos orgullosamente el primer ascenso a la “Punta Paz”; nombre en conmemoración a la hermana y madre de Raimundo.

Un par de fotos y para abajo, logramos montar un rapel que nos permitió bajar de la aguja y luego salimos caminando al collao. Llegó el momento que todos estábamos esperando. Nos cambiamos a modo esquí, Raimundo muy ansioso quería ir de primero así que dio la apertura de la pala.

Gratamente nos encontramos con nieve polvo de grueso calibre, impresionante calidad no obstante, algo de destreza tuvimos que sortear para poder girar con pendientes de 55 grados, el descenso fue épico.

Volvimos al campo base a descansar, secar botas y pieles y prepararnos para el siguiente día. Nos levantamos al día siguiente a las 4, la idea era ir a buscar un cerro que no registraba ascensos.

Salimos muy temprano por la mañana randoneando, ascendimos alrededor de 600 metros de desnivel en poco tiempo, una de mis rodillas se empezó a quejar y tuvimos que redireccionar la salida hacia el cerro Montura, este cerro guardaba una ladera Este, Sur Este impecable con pendientes considerables para ser esquiadas, luego de un rato de escalada de baja dificultad por el nevero logramos llegar a nuestra segunda cumbre!

Muy felices y extasiados sacamos la respectiva foto, grabamos videos y nos empezamos a preparar para el descenso. La pendiente de la entrada a la ladera alcanzaba 60 grados en un paso de no más de 4 metros para luego ir en paulatino decrecimiento de la pendiente.

La esquiada fue espectacular, sin problemas y encontrando alta calidad de nieve tanto en laderas sures como en noroestes.

 

Ese día llegamos esquiando hasta el campamento, ya algo más cansados, estuvimos todo el día comiendo, ordenando y esperando hasta el tercer día consecutivo de ascensiones que nos quedaba.

La punta Belén sería el destino, el día anterior vimos que tenía una ladera Este muy buena para ser esquiadas y se veían buenas condiciones. Cayó la noche, preparamos los equipos y a dormir.

Cinco de la mañana y ya estábamos comenzando a randonear, ese día ascendimos muy rápido, el pegue más deportivo a mí gusto, logramos ascender a una velocidad considerable y luego de pocas horas ya nos encontrábamos subiendo los últimos metros para alcanzar la cumbre, lamentablemente como queríamos ir a esquiar temprano para evitar avalanchas decidimos ir livianos y sacrificar el intento de cumbre ya que la punta Belén tiene un torreón de 8 metros de escalada vertical para acceder a su cumbre.

Fue así como a escasos metros de la cumbre nos preparamos para el descenso, la ladera que íbamos a esquiar se veía increíble, nieve polvo, sol en el cielo, ni una nube y mucha energía. Hicimos un descenso muy entretenido, cada uno agarrando el polvo por donde quisimos, nos reunimos en un punto seguro que definimos y comenzamos a pensar en cambiar la ruta de descenso, nos dimos cuenta de que la ladera que vendría ahora estaba con muchos rastros de antiguas avalanchas y por otro lado pudimos ver una canaleta que nosotros ya le habíamos echado un ojo desde abajo, no sabíamos si le podríamos entrar ya que tenía un tapón de seracs en su parte superior, por suerte por uno de los flancos tenía un lugar con nieve suficiente para entrar, Raimundo fue primero conectando giros y descendiendo de manera bastante fluida, luego Javier muy rápido disfrutó la bajada a concho y finalmente cerrando el grupo me tiré yo, la nieve estaba increíble, un poco de hielo, alguna que otra costra y mas nieve polvo para seguir maravillándonos.

Llegamos esquiando hasta abajo, la calidad de la nieve no paró de impresionarnos y luego de varios giros llegamos al campamento, en total 3 ascensiones y 3 descensos en modo esquí de montaña en 3 días.

Tan maravillados como cansados y sabiendo que venía mal tiempo decidimos bajar, levantamos campamento, nos volvimos a cargar y emprendimos el retorno a Coyhaique. Queremos aprovechar de hacer un especial agradecimiento a la carrera de Ingeniería en gestión de Expediciones y Ecoturismo de la Universidad San Sebastián que creyó en nosotros y nos ayudó a financiar está expedición que conmemora los 10 años desde la fundación de nuestra carrera.

A la tienda My Line Chile con sus equipos de alta calidad y buen desempeño en todas las condiciones de la montaña. Por último, a el centro de esquí El Colorado que nos permitió entrenar esta temporada en su centro de esquí.

A nuestras familias y parejas que constantemente han estado ahí, soportando nuestros caprichos de montañistas y ayudándonos a concretar nuestras metas y logros. Y por último, hacer un especial agradecimiento a la familia Galilea Reyes que nos abrieron su hogar como si fuera nuestro, muchas gracias.